martes, marzo 12, 2013

NO.



No entendía como una persona tan bella le estaba diciendo algo tan horrible: no. Dos letras miserables y destructivas. En ese "No" nada cabía, ni el millar de abrazos que le tenía preparados, ni las historias por vivir a la par, ni cada una de sus noches de tristeza oceánica anteriores a ese momento. Esa letra "o" funcionó como un agujero negro que se tragó absolutamente todas sus ilusiones, sus sueños, sus esperanzas ; y aun así, llena y gorda de fantasías, seguía sonando inerte. Bajo la sombra de aquel árbol, vivió el segundo más sombrío de su vida.

Ese No como lagrimal, como aire que sobra en el suspiro, como el perfecto trazo de un amor asintótico. Un No que lo condenó a la ignorancia de sus besos para siempre.

Y esa eterna espera ortográfica con deseos de un Si como punto y seguido, o un Tal vez como puntos suspensivos, derivó en sueños molidos que salieron de su boca con forma de punto y aparte. Final.

Rezaba por un si disfrazado, encubierto, histérico al menos, pero...no.