viernes, marzo 30, 2012

Lo único malo de irse al Cielo es que allí el cielo no se ve...Naturalizando el miedo se te seca el cuerpo adentro...Nadie podrá decir que un nido calentito y dichoso dará de sí muy grandes personas. La inadaptación a lo imperfecto es lo que mejora al hombre...Ya no quiero jugar al piedra, papel y tijera porque siempre pierdo-El joven manos de tijera...¿Cuanto mas de nuestros sueldos nos iran a descontar para que algunos señores se vayan a veranear?...Todo es una copia, de una copia, de una copia...Tener un reloj más caro no va a hacer mas lindas a tus horas...El que muere de hambre muere asesinado...El consumo te consume...Todos quieren cambiar a la humanidad pero nadie quiere cambiarse a si mismo...Abrazados a la ruina...

La felicidad es darse cuenta que nada es demasiado importante...Quien controla el pasado controla el futuro. Quien controla el presente controla el pasado...Embellecida por la desobediencia...Nunca dormí tampoco, tal vez viva demasiado...Soy como iglesia abandonada, ya no tengo cura...El amor es una amistad con momentos eróticos...Vivimos en la era de los telefonos inteligentes y la gente estupida...Political Correctness, It's A Fucking Farce!...Comprendí que crear cosas hermosas depende de una vida hermosa...No tengo miedo a morir como uno más, tengo miedo a vivir como uno más...Cuanto mejor estaríamos si dios no fuese tan egocéntrico?... A lo hecho ¡pecho!..

Ella como si nada. Yo como si todo...En una sociedad en crisis, los sex pistols fueron una explosión de rabia...Nos sobra lo que no nos hace falta...Algunos políticos y economistas pueden hablar horas sin decir nada usando palabras como 'incentivo', 'crecimiento' y 'desarrollo'...Nunca vayas al primer llamado de: A comeer! Es una trampa para que pongas la mesa...Hoy amanecí perdiendo otra revolución...A veces me gusta tomarme un tiempo para observar el mundo y ver lo increible y lo frágil que es todo...Como la velocidad de la luz es mayor que la del sonido, ciertas personas parecen brillantes antes de que escuchemos las pelotudeces que dicen...Nada somos sin la suerte...
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lunes, marzo 26, 2012

"...De repente el toro miró hacia mí con la inocencia de todos los animales reflejada en sus ojos, pero también con una imploración. Era la querella contra la injusticia inexplicable, la súplica frente a la innecesaria crueldad, esta vez el toro tuvo piedad de mi y me sentí la peor basura del mundo..."

Fueron las palabras del torero al ver al toro de frente, sin atacarlo, y sentir que el animal pedía que el mismo hiciera lo mismo por él.

Antonio Gala.

miércoles, marzo 21, 2012




Un desorientado más, otro miembro del club de las brújulas rotas. En el desaforado afán de comprender sus días se propuso cuantificar su vida, para entenderla aunque sea un poquito. Siempre se había llevado bien con las cifras, confiaba en que ellas podían conducirlo hacia algún paraíso escondido.

Calculadora en mano comenzó su extraño proyecto en búsqueda de alguna conclusión reveladora. Decidió medir al olvido en noches y en horas de insomnio; a la calidad de vida en número de melodías escuchadas, de goles gritados, de amaneceres que le habían secuestrado los ojos por un buen rato. Realizó la valuación de sus euforias en botellas vacías, contando los buenos y los malos tragos, claro. La libertad se medía en ocasionales baños desnudo en el mar y las melancolías serían proporcionales a los centímetros cúbicos de lluvias grises sufridas , o en su defecto, a la cantidad de letras trazadas por él mismo en vidrios empañados.

Calculó las horas que había dormido en toda su existencia, restó al total y obtuvo su vida real, la verdaderamente vivida. Los números no le cerraban: quizás había olvidado contabilizar esos minutos de sueños amorosos y de reconciliaciones oníricas que le alegraban las mañanas y le servían de motor para afrontar un día más. Sin lugar a dudas, algunas horas dormidas eran más inquietas que varios momentos de ojos abiertos. Jamás halló unidad de medida para describir la intensidad de los besos y de las miradas. Mil noches de café le costó la búsqueda, pero no hubo caso.

Varios años después de haber iniciado su proyecto, se encontró sin resultados certeros. La incógnita de la ecuación seguía en equis y la felicidad andaba perdida por ahí jugando a escaparse de todos, sin poder ser capturada y reducida a fórmula alguna. De nada servían las estadísticas en el idioma de los sentimientos. Frustrado cerró su extenso cuaderno de anotaciones, cortó con años de encierro, abrió su puerta y salió a dar un paseo al sol. Segundos le bastaron para que un viento fresco chocara contra su rostro desencadenandole al instante una epifanía impactante: quizás el sentido mismo de la vida radica, justamente, en su sinsentido. Sonrió.

martes, marzo 06, 2012

Daniel era de esos tipos que son buenos tipos. Hijo de padre fugitivo y madre mártir, vivía sus días con la humildad como emblema. Le había tocado una de esas vidas en subida, bien propias de los luchadores empedernidos.

Recuerdo que lo conocí en el jardín de infantes y luego volvimos a cruzar caminos en séptimo grado. Alumno aplicado si los había, un siete en un examen más de una vez le produjo lágrimas que solo percibían los más observadores; él siempre buscaba más. Callado, introvertido, misterioso, solía cruzarlo siempre por la calle porque eramos vecinos. En la postal del barrio jamás faltaba su madre yendo o viniendo en su bicicleta cargando con desamores y frustraciones, pero siempre firme, dispuesta a llevar el pan a la casa, para mantener a Daniel y a su pequeña hermana.

Nunca voy a olvidar aquella tarde de verano en la que pasamos por su casa para invitarlo a ir a la pileta, era la primera vez que lo hacíamos y su sorpresa fue instantánea al vernos en su puerta. Rápidamente aceptó, pero luego se lo notó dubitativo, intentando ocultar lo que después trataría de explicar a pesar de su vergüenza: no tenía plata para pagar la entrada al club. Le dijimos que no se hiciera problema, que nosotros le prestaríamos
, y enseguida sacó su vieja Gracielita para partir con nosotros, pedaleando al compás de las monedas en el bolsillo. En vez de mochila tenía una bolsa de nylon, en vez de toallón tenía una toalla chiquita, pero sus ganas de pasarla bien eran tan enormes como las nuestras, y lo demás no importaba.

No conocía mucho de él, más que sus silencios, su soledad y su dedicación. Supe también
, que durante esos días Daniel había empezado a escribir un cuento en su computadora, y que estaba muy contento haciendolo. Pero no mucho más.

Aquel extraño febrero lo encontró, como siempre, ayudando a su madre. Mientras ella no estaba, el hacía una torta para festejar su cumpleaños a la noche, en familia. Recuerdo a mi mamá comentándome que lo había encontrado esa mañana en el almacén
de la esquina comprando quince velas.

Todo estaba listo para la velada con su madre y su hermana. Había cocinado y ordenado su casa. Mientras la niña jugaba en la vereda, él se preocupaba por limpiar el piso: todo tenía que estar intacto para cuando su mamá llegara de trabajar. Secador en mano, mojó un trapo y se puso a fregar.

Un segundo violento, un error, agua y electricidad. Su cuerpo se convirtió en infierno y el corazón no le resistió. Su hermanita entró a la casa, lo vio tendido en el suelo y le avisó rápidamente a su vecino que Daniel "se había quedado dormido en el piso". Solamente él sabe que pasó. Su madre se bajó de la bici, y a partir de allí nunca nada fue igual.

A la mañana siguiente mi mamá me despertó con la triste noticia, y no lo pude creer, la muerte era algo demasiado lejano y extraño teniendo quince años. Recuerdo que entre sus compañeros de curso se organizó una colecta para cubrir los gastos del sepelio. Yo no fui a despedirlo, jamás pude soportar los velorios, y menos, las injusticias.

Suelo pasar por el frente de su casa, caminando lento, pensando en lo cíclico de esta vida, en ser luz entre dos oscuridades, en nacer y morir el mismo día, en vivir entre dos febreros. A veces veo a su madre pedaleando firme contra el viento, contra la vida, como siempre lo hizo y no puedo evitar suspirar. Cada vez que miro su puerta me cuestiono si la bondad no cabe en este mundo, si la muerte es tan caprichosa como parece o si simplemente la desgracia llega porque si. Intento espiar por la ventana, con disimulo, buscando esos cuentos que se habían empezado a escribir, indignado por la tragedia que significa que queden por la mitad, y me pregunto, impotente, como hubieran seguido...