lunes, julio 26, 2010



Cuantos hay...


Cuantos de esos perros callejeros que van sin rumbo aturdidos por el caos urbano, soportando impiadosos inviernos, pero nunca dandose por vencido. La primavera siempre llega...


Su pelaje, curtido y áspero por las andanzas a cuestas, lejos de estar a la altura de los suaves pelos de raza y de extrañas peluquerias caninas, funciona como armadura fiel frente a los desmanes de la vida diaria. Siempre intentando ponerle color a una vida en blanco y negro.


Caminar y caminar,ese es su lema. Conocer a seres con los que se peleará, y a jaurías inseparables frente a las adversidades varias. Tratar con seres que le apedrearan hasta el alma y que serán los culpables de que cierre los ojos frente a lo que puede ser una tierna caricia de alguien con buenas intenciones. Aunque sea sin mirar, se acerca con esperanza. Claro, cuando divisa amor ya no va de golpe, ya no...


Y está sucio, porque la calle es sucia, muy sucia. Pero aprendio a vivir asi, con la mugre constantemente alrededor, no por nada la calle fue su mejor escuela. Buscando siempre un delicioso y salvador resto de comida, entre la podredumbre. Si se busca, siempre algo rescatable se puede encontrar, e incluso darse un buen banquete sorpresa...


Está muy demacrado, es verdad, pero la procesión va por dentro. Algunos ven un costal de huesos, otros ven un corazón fogoso y desesperado por brindar amor. Es cuestion de mirar un poco mas a los ojos y no tanto al lomo...


Mendigando cariño, ofreciendo fidelidad a gritos silenciosos, esquivando el maltrato, asi viven, asi van.


A ellos, a los que son dueños de esa mirada que, pese a todo, jamás dejará de brillar...


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