sábado, diciembre 25, 2010


[...] Pero por alguna razón, hermanos míos, me senti enormemente aburrido y algo desesperado, y esos días me había sentido asi a menudo.Tampoco sabía que quería. Incluso la música que me gustaba slusar en mi malenca guarida era la que antes me hubiera hecho smecar, hermanos. Slusaba mas malencas canciones románticas, solo una golosa y un piano, muy tranquilas y tiernas, muy diferente de cuando todo eran bolches orquestas y yo me tumbaba en la cama entre violines, trombones y timbales. Algo estaba ocurriendo en mi interior..Comprendí lo que estaba sucediendo, oh hermanos mios. ESTABA CRECIENDO.[..]Si si si, eso era. La juventud tiene que pasar, ah si. Pero en cierto modo, ser joven es como ser un animal. No, no es tanto ser un animal, sino uno de esos muñecos malencos que venden en las calles, pequeños chelovecos de hojalata con un resorte dentro y una llave para darle cuerdas desde afuera, y le das cuerda grr grr grr, y ellos itean como si caminaran, oh hermanos míos. Pero itean en línea recta y tropiezan contra las cosas bang bang y NO PUEDEN EVITAR HACER LO QUE HACEN. Ser joven es ser como una de esas malencas maquinas....



Fragmento de "la naranja mecánica". El libro que siempre tiene respuestas a mi vida...

domingo, diciembre 19, 2010


Que gran destino turístico le esperaba. Las ruinas de Machu Picchu seguían en su lista.


Fueron horas de caminos selváticos y flora frondosa. El cielo estaba cada vez más cerca y ya se podía imaginar contemplenado rocas y nubes rozandose.


La travesía terminó, y él se encontraba sólo, en lo más alto de las ruinas. Se paró, y mientras el viento lo acariciaba contempló la inmensidad de los paisajes que lo rodeaban.


Pero de repente, y sin saber muy bien por qué, algún ancestral antepasado desconocido pegó un grito desgarrador y una lágrima hizo génesis en lo mas recóndito de su alma, saltando por uno de sus ojos. Cuando finalmente rompió contra el piso, miles de indigenas salieron expulsados gritando guerras perdidas y dolores, destierros y traiciones, saqueos y ultrajes, derrotas que no habían concluido del todo.


La revelación se erigió frente a sus ojos: Machu picchu nunca habían sido ruinas...