lunes, junio 06, 2016



La Jungla de Santa Julia es un lugar complicado desde que se entra hasta que finalmente se logra salir de allí. Uno no sabe muy bien como es que llega, ni cuanto va a tardar en salir ¿Se sale? ¿Se escapa?.

Sus aires de nocturnidad dan la sensación de encontrarse en una noche eterna. Debido a la tupida vegetación que alli nace y crece no puede verse el cielo. Rara vez un rayo rebelde de sol logra vencer a las copas de los arboles. Santa Julia es un lugar muy frío, y gran parte se debe precisamente a esa falta de sol.

Hay quienes dicen que una vez inmerso en esta selva de peligros constantes uno no vive, sobrevive. Peligro de morir de frío, por depredadores, por resignación, por cansancio. Este sitio no es la excepción: acá tambien rige la ley de la selva.

La leyenda cuenta que vista desde las nubes, la jungla está llena de pequeños puntos brillosos. Son fogatas desparramadas por toda su existencia. Alrededor del fuego uno puede encontrarse con un solitario perdido, o con varias personas compartiendolo. Son las unicas esperanzas para poder continuar. Pequeños soplos de luz y calor en lo mortífero de la oscuridad. Arden las llamas como refugios que provocan la amnesia del alivio: por un momento uno olvida que se encuentra en un lugar tan hostil. ¿Por que están allí? ¿De donde salieron?  A veces, con paciencia, troncos y callos en las manos uno puede darles vida. Otras veces simplemente aparecen.

Pero existe una tercera opción. La temida. La que no tiene respuesta. ¿Cuanto duraran ardiendo? ¿Que sucederá si se apagan?, o, quizás, la duda más peligrosa: ¿Y que si uno recorre cada kilometro de jungla y jamas encuentra el fuego?