lunes, mayo 16, 2016


De la niebla en sus ojos, escapo. Al mal humor enquistado, gambeteo. Sus miradas indiferentes, su marcha cansina, sus palabras escuetas, son ladrillos de paredes por derribar, de muros que se levantan mañana tras mañana. Cuantos Lunes en un cuerpo, cuantas muecas inertes, cuantos sueños muertos y sepultados. El ir y venir de los movimientos robóticos, la vida circular, una alarma que suena y que no despierta, adormece más.

No quiero formar parte del hormigón. No quiero vivir en piloto automático. Me niego a convertirme en un ser gris. Lo contagioso de lo ceniciento puede llegar a ser abrumador. Amanece en la ciudad plomiza y comienza una nueva carrera diaria contra el degradé del alma, luchando por ser de color, buscando al ánimo escondido en cada rincon de la jungla de los corazones tiesos.

Este es mi recordatorio. Esto es una advertencia. Asesinaré los Lunes, lo prometo.