viernes, enero 08, 2016



Tengo la costumbre de espiar al mundo a través del fondo de un vaso mientras bebo su contenido. Cuando me encuentro haciendolo se que otra vez estoy sintiendome lejano a todo, como solitario en otra galaxia y entonces el vaso funciona como telescopio. Observo los detalles de los felices a años luz.

Marea alta de whisky directo a mis labios. Cataratas en mi garganta y el mundo a través del vidrio que se ve distorsionado. Aun más distorsionado de lo que es.

Suspiro y libero lugar adentro para volcar mas elixir. Y entonces me hundo cada vez más, y el telescopio se convierte en periscopio. Poco escucho desde la profundidad, la luz casi no llega. El periscopio me dice que allá arriba todo parece seguir igual de bien, sin mi. Soy el capitán de mi naufragio.

Finalmente la caida termina y siento el suelo arenoso. Todo flota y comienza a emerger a la superficie por fuerza natural: las pertenencias de mis bolsillos, mi brújula, las burbujas desesperadas que salen de mi boca. Absolutamente todo asciende, menos mi vaso y yo.