Es la hora cero. Por la ventana el cielo se torna multicolor, la pequeña ilusion de los fuegos artificiales. A joel no le interesan, no quiere mirarlos. Ya demasiadas explosiones tuvo adentro.
En la soledad oscura de su cuarto mira fijo un papel. Su balance de fin de año son unos cuantos rayones garabateados. Tampoco existen proyectos para los meses que vienen. Se siente desorientado La adolescencia acabó. ¿Ahora que?
Las sirenas de los barcos claman por prosperidad, la ciudad levanta sus copas llenas a la luna. Joel no sonríe mientras dibuja el margen de la hoja. Escribe palabras fieras que poco tienen que ver con celebraciones. Tiene la mirada desconsolada e inerte. Los festejos de año nuevo dejaron de interesarle desde que entró en guerra con los calendario y crecer le duele todos los días un poco más.
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