Posted by Ciro Luna on viernes, diciembre 18, 2015 with 1 comment
No encontrabas explicación. Aunque te había pasado mil veces, seguías sin acostumbrarte Clara. De la nada te nacía un llanto anónimo, un nuevo llanto desconocido. Como si tu esencia estuviese compuesta solo de lágrimas y eso te llevara indefectiblemente a buscar refugio en un abrazo medicinal, una y otra vez. Recuerdo cuando me decías, con algo de temor, que encontrabas una cierta e inexplicable comodidad en la tristeza. Que algo te picaba durante los días de dicha, como si fueras una forastera de la felicidad, descubriendo armonías infinitas en las canciones tristes, en los textos melancolicos, en los finales abruptos. Siempre te sentiste algo intrusa. Quizás era la falta de costumbre a la algarabía, tal vez tanta desgracia en el aire, constante, invencible nos había vuelto parte de la angustia universal o, simplemente, la firme convicción de que los humanos no estamos preparados ser felices del todo, porque tenemos el alma pinchada por las heridas, y por eso nunca se termina de llenar.
Posted by Ciro Luna on jueves, diciembre 03, 2015 with 1 comment
No la conocías pero te habían hablado varias veces de aquella criatura. De su cuerpo cubierto de escamas, de la ferocidad de sus rugidos, de su comportamiento anormal, amoral. Rogaban que te cuidaras de él, que con solo verlo podías sucumbir al más agudo de los pánicos. Entonces siempre trataste de cuidarte, de ser precavido, de cumplir al pie de la letra todas las advertencias. Pero un día cualquiera lo tuviste en frente tuyo, allí ,en el medio de una turbia oscuridad. Quedaste paralizado e inmovil. Él tampoco se movía. Ambos respiraban agitados. Varios segundos pasaron asi. Lo miraste a los ojos, te entregaste a sus pupilas, pudiste comprender la inmensidad de la tristeza que lo ahogaba y entendiste su imagen roñosa, su dejadez, su desidia. Lograste deducir que las escamas eran por pura protección y traducir esos rugidos no como intentos de espantar, sino como pedidos desesperados: cualquiera se convierte en bestia si insisten con alejarlo de todo una y otra vez, todo monstruo nace del rechazo. Sentiste una mezcla de empatía y compasión. El monstruo bajó la mirada. Nunca atacó. Entonces te sentiste inverso por enésima vez y preguntaste - ¿Qué pasa si me gustan los monstruos? ¿Que es esta fascinación que estoy comenzando a sentir por ellos? Una vez más las experiencias te torcieron verdades que parecían emplazadas en cemento. Te habían dicho que los monstruos tampoco se reflejaban en los espejos. Te mintieron otra vez.