Pensaba mientras guardaba la guitarra en el estuche. Pensaba en como 20 años habían pasado tan jodidamente rápido. Aquella lejana tarde habíamos descubierto una pasión y no lo sabíamos.
Ademas de estar aturdido por el volumen de la distorsión (siempre tocamos muy fuerte, demasiado) también lo estaba por los recuerdos. Pasamos por tantas salas de ensayos, desde las mas sofisticadas, hasta las más precarias y cavernosas. Fuimos a mostrar nuestra música a tantos bares, tomamos infinitas cervezas, conocimos mundos de gente. Grabamos tantas canciones, tantas otras murieron en el intento de llegar a ese limbo llamado disco. Les hicimos temas a los mismos amores a los que después despediríamos con otros temas un poco más tristes. Las personas reviven las etapas de su vida con álbumes de fotos, las bandas con discos.
Vimos nacer a las nuevas generaciones de punks, vimos caer tantos disfraces en el camino, observamos morir tantas apariencias. Solo quedamos los que lo hacíamos con el corazón. Cambiamos tantas veces de instrumentos, discutimos tanto, perdimos tanta plata, agonizamos tantas veces pero nunca terminamos de morir y siempre estábamos resurgiendo, enchufando otra vez los instrumentos.
Un tren de pensamientos en solo algunos segundos. Finalmente cierro el estuche y los miro. Ahi están mis compañeros de ruta y aventuras, con la misma alegría en los ojos que aquellas tardes de juventud eterna, con las mismas ganas de ser feliz haciendo música, aunque la fama no llegue: ¿que importa que las mansiones sean de otros si las canciones son nuestras? Estamos más pelados, un poco más gordos tal vez, pero con el corazón intacto. Eso si, cuando la primera nota de cada ensayo empieza a sonar, automáticamente adelgazamos, tenemos más pelo, se nos gastan y achican un poco las remeras, se nos rejuvenece la voz y la sonrisa se nos vuelve desesperadamente enorme.
Dedicado a todas las bandas del mundo que aman lo que hacen, y siguen, pese a todo(s).
1 visiones:
...qué sería de los grupos sin las grupies :)))
Publicar un comentario