No me hables de dios
si me vas a hablar de libertad.
Ni de religiones y dictaduras celestiales
que me indiquen hacia donde debo caminar,
Con lo que me encanta salir a caminar
hacia cualquier lugar.
No me hables de límites
si me vas a hablar de libertad.
Ni de la asfixia de las fronteras.
Ni de la rigidez de las banderas.
Con lo que me gusta el mundo
para andar encerrándome en ellas.
No me hables de relojes
de contornos, de represiones,
ni modas o prisiones.
Recién cuando me hables
de la muerte del miedo,
de oídos sordos a palabras carcelarias,
de alegrías y pasiones.
de mares y canciones.
Entonces si.
Llená dos vasos con vino.
Y hablemos de libertad.
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