Aumentan los precios. Aumenta la tensión. Aumenta el mal humor. Y entonces aumentan las mentiras, aumentan el cinismo y la subestimación. Lo único barato son los discursos.
Es un aumento sostenido en el nivel de (des)precios; y ya es oficial la devaluación de la esperanza. Dicen que al que quiere celeste que le cueste, pero el celeste cada vez cuesta más. Mientras tanto, siguen naciendo abismos en los bolsillos y las monedas de centavos desfilan en caida libre, deprimidas se suicidan, por pasar a ser solo una formalidad.
Y todo sigue aumentando.
Aumentan el rencor y el odio. Aumenta la desconfianza. Aumentan los ricos exagerados. Aumenta el sonido de las tripas mendigando piedad. Algunos cada vez más pobres; y cada vez más pobres.
Otra vez es fin de mes. Y llega cada vez más temprano...
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