Buenas noticias para Mauricio. Esta mismisima noche se inaugura un resto-bar rockero en la ciudad: "Vení a Rockandfever y sentite parte del rock" obliga el anuncio, mientras una guitarra chilla un solo de fondo. Para un tipo como él, amante de la música era una invitación ineludible. Hacía tiempo que buscaba un lugar en el cual pasar un buen rato acompañado de música acorde y unos tragos.
Zapatillas de lona, remera ex-negra de su banda preferida "La Tuerta", deformada y gastada en combate por mil y un pogos. No podía no invitar a su novia , también rockera y compañera de melodías, quien sale de su casa envuelta en tachas y parches de bandas por toda su esbelta superficie femenina. Ambos toman el colectivo, ansiosos.
El establecimiento es enorme, brillante y está repleto de gente: - Todo muy nuevo para rockear- acota ella. Pese a la muchedumbre logran divisar una de las pocas mesas desocupadas. Se adentran en el local, al mismo tiempo que los recibe Tuist and shout de los Beatles y una jauría de miradas extrañas, incrédulas, casi casi inquisidoras. Sorprendidos pero también acostumbrados a ese tipo de actitudes sociales, hacen caso omiso y logran adueñarse de la mesa olvidada por la masa. El mozo se acerca y antes de ofrecerles la carta tambien les propicia una mirada genocida y eterna que los recorrió de arriba a abajo. Ambos piden milanesas con papas fritas y relojean el sitio, lo exploran.
Las paredes están minadas de cuadros y posters de los Beatles y los Rolling Stones. La variedad de grupos expuestos es bastante escasa. De fondo vuelve a sonar Twist and shout, a un volumen tristemente moderado. Unas diez u once guitarras cuelgan a lo ancho y largo del bar, decorándolo. A Mauricio le causa una sensación extraña verlas ahi, calladas, quietas, y piensa en el gran esfuerzo que tuvo que hacer para comprarse la suya, cuatro veces más barata que esos ejemplares de adornos -Que triste destino para un instrumento- pensó.
El entorno insiste en seguir hachándolos con los ojos: murmuran entre ellos, gesticulan reacios sacudiendo las alhajas mientras cenan, pudorosos. La pareja ignora a los comensales jugando a encontrar a algún conocido típico de los recitales a los que concurren, o, aunque sea, algún pelo desprolijo, un pantalón roto, algún trozo de barrio, pero quedan en cero.
Las milanesas llegan, y piensan disfrutarlas bien porque salieron bastante caras. Mauricio mastica mientras recorre con sus pupilas el lugar una y otra vez, porfiado, pues se siente estafado por el slogan y trata desesperado de encontrar al rock en algún rincón. Se rinde. Es imposible que lo vea, lo tienen escondido y encerrado adentro de una caja registradora muy bien vigilada, masacrado y descuartizado en trozos rectangulares de papel numerados.
Minutos después emprenden la retirada decepcionados y aun observados. En el preciso instante que cruzan la puerta John Lennon grita endiablado "¡Well, shake it up, baby, now!" por quinta vez en la noche.
1 visiones:
lo bueno es que el rock siempre encuentra el modo
por eso nunca va a morir
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