El gorrión tiene hambre.
Divisa un trozo de comida en el suelo.
Desde el árbol, teme, hasta que por fin aletea
y desciende a buscarlo.
Pero al mínimo ruido, el gorrión vuelve a subir velozmente.
Intenta de nuevo, pero los pasos cercanos lo espantan.
El gorrión vuelve a retroceder.
Insiste varias veces, nunca llega a tragar un mísero pedazo.
La historia de su vida es un resorte.
El arte de ir y venir en vano.
Sus ojos son esclavos de su alrededor.
No ve lo delicioso del botín, sino a la muerte rodeandolo.
Es el instinto gritando miedo.
Las horas pasan, el hambre crece, el ave se cansa.
Desde el árbol el gorrión ve como un perro le arrebata el alimento.
El gorrión se queda sin victorias, aun teniendo alas.
El gorrión muere de hambre.
O de miedo.
2 visiones:
yo veo que la gente les da pan ¿pero que pasa cuando les avientas, no se carne, un pedazo de pechuga de pollo?
Genio.
Que genialidad.
Una historia de vida.
Mi vida.
Por eso es gran parte de mi entusiasmo al comentar.
Abrazo.
Amé esta poesía.
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