Como la cuerda de la guitarra que, obstinada, se niega a sonar como las demás. Mas vueltas le das, mas agudiza su percepción. Dueño de los sonidos que nadie quiere oir, de los sueños que a nadie le interesa soñar, de los secretos que nadie quiere saber, de las palabras que nadie quiere abrazar..
La distorsión en la armonía; en su ruidosa distorsión encuentro la armonía exteriormente invisible. La verruga en la suavidad de un entorno absorbente y macabro. Una anormalidad que no le sirve para nada al conjunto (y el conjunto no le sirve a ella...)
No combina, no pega, no coincide, vive. No respira, no susurra, suspira, grita. Desentona con el exterior, entona con el interior.
El error de la escenografía. El anillo en el dedo equivocado y una coleccion de miradas despectivas en su haber.
Desafina, sigue desafinando, va cantando y desafina, camina y desafina, habla y desafina, actúa y desafina.
Algún afinador sin rostro intenta moldearlo artesanalmente, dicen que es incurable y que los límites de un molde típico son su polo opuesto.
Las idas y vueltas de un vivir desafinando...
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