
“Nosotros somos la presa y la cultura es el depredador”. Eso dice una canción del grupo punk norteamericano Bad religion, “The defense”, se llama. Es una gran expresión y la canción es fantástica. Me pregunto si será casual que su cantante,Greg graffin, tenga su licenciatura en antropología y geología por la UCLA, maestría en geología también por la UCLA, doctorado en zoología en la Universidad de Cornell, que de clases de biología en la UCLA. Una vieja, vieja canción de Dead Kennedys se preguntaba si los punks renegarían de su educación. Graffin nunca lo hizo.
La frase y el amontonamiento de títulos académicos quizás no sea casual, decía, a propósito de un libro escrito por un antropólogo, Jules Henry, que se llama La cultura contra el hombre. Tanto la canción de Bad Religion como el libro de Henry parecen darle forma a una misma idea: que es imposible escaparse de nuestras instituciones culturales, que es imposible construir nada más allá de sus límites. Que en donde Graffin cantaba: “Estas cosas raramente son lo que parecen/ No estoy inclinado a disfrutar mis sueños”, Henry pudo haberle respondido: “El segundo mandamiento moderno, ‘¡Consumirás!’, es el complemento natural del primero: ‘¡Cread más deseos!’”.
Jules Henry no es uno de los grandes nombres del pensamiento del siglo XX. Simplemente quedó como uno más del montón, bien atrás, un poco borroso en la fotografía. No son muchos quienes lo conocen. Sus libros están descatalogados y son difíciles de encontrar, incluso en su idioma original. Hallé La cultura contra el hombre en una librería de saldos de la Avenida Corrientes, hace años; lo compré porque salía monedas y el título era buenísimo. El libro está amarillento, baqueteado, las tapas y la mitad de las páginas carcomidas por la humedad. Todavía tiene el precio marcado con lápiz: “$5”. Considerando el estado en que se encontraba el tomo, creo que me vieron la cara de bobo y me cobraron de más. La cultura contra el hombre se publicó en inglés en 1963 y en castellano en 1967 (por Siglo XXI de México). Desconozco si hubo reediciones, pero sospecho que no.
Una de las cosas que más me llamó la atención de La cultura contra el hombre es el primer párrafo del prefacio. Es simplemente magnífico. La última línea tiene una contundencia demoledora, melancólica, tremenda.
Dice así:
"Terminé este libro en abril de 1962, en el décimo mes de mi año sabático. La tierra se ve magnífica a través de mi ventana; las últimas hojas pardas protectoras caen del roble y hojas amarillo-verdosas brotan de las ramitas del sauce; el membrillo japonés está lleno de pequeñísimas hojas y los brotes aún más minúsculos de las futuras flores surgen entre aquéllas con su color rosado. La semilla de durazno que plantó mi mujer es un arbolito de tres metros ahora, en esta primavera, y el cornejo está pardo de tantos nuevos brotes surgidos como la espuma. Parece imposible que el mundo sea tal como lo describo en este libro."
El mundo tal como lo describe Henry es impiadoso. La publicidad es el sistema filosófico imperante, la vida en las escuelas está basada en la chismografía y la popularidad, los hospitales públicos son centros donde se amontonan los cuerpos obsoletos de la sociedad. Las instituciones de la sociedad industrial, cuya función es cohesionar los valores de los seres humanos, se arrojan contra ellos para someterlos, para empujarlos hacia los límites de su propia humanidad: para convertirlos en cosas.
"Si en cada contacto humano algo se comunica, algo se aprende y algo se siente, entonces, donde nada se comunica, se aprende o se siente, nada humano hay tampoco. Los vastos silencios de los hospitales, especialmente en las salas de hombres, nos dicen que allí la humanidad va menguando. La misma quietud, sin embargo, informa a los enfermos –no tanto porque lo piensen, sino porque lo sienten- de que no son seres humanos. [...] Pero el silencio no es la única forma de comunicación deshumanizadora a la que estas personas están expuestas. Paredes desnudas, hileras de camas pegadas las unas a las otras, la tristeza de sus camaradas de cuarto, los orinales y cómodos, los olores, la rutina, todo eso les dice que se han convertido en deshechos."
El mundo tal como lo describe Jules Henry es el mismo mundo que, cuarenta y cinco años después de que terminara su libro, en el décimo mes de su año sabático, sigue estando del otro lado de la ventana. Sólo que la palabra “contra” todavía daba una sensación de igualdad en la pelea: que haya depredadores y presas ofrece un mejor panorama de quién fue el ganador....
Quiero ese libro ya....que punteria.. no se consigue facil...