Denostar al que piensa distinto. Tomar sus pensamientos, acuchillarlos y pegarles en el piso, en nombre de la libertad, claro. Hay una visión del mundo por cada persona que vive en él, construida por sus propias experiencias y vivencias a lo largo de cada uno de sus días. Pero yo tengo razón y vos no. Mi vida, es mas vida que la tuya.
Es la era de la sociedad policía. Cíclopes de una sola visión, vigilantes al acecho, esperando a que una boca se abra para transformar todas sus frustraciones en critica despiadada a la velocidad de dedos supersonicos. Destruir es mucho mas facil que construir.
Se discuten ideas o egos? Porque escasas veces me toca leer esa noble frase en peligro de extinción: "tenes razón".
Un mundo virtual, una decadencia real. La policía del pensamiento funciona 24 horas al día, siete días a la semana. Es real si fue filmado ¿que importa el contexto, el antes, el despues?. La vida reccortada. El escrache por el escrache mismo, el ansia de protagonismo de los corazones trending topic, la búsqueda de la justicia sin moverse de la silla, la moral que se queda en el discurso. La verdad? la verdad está en la calle, pero aunque estés mojado, solo llueve si la app te lo dice.
Una humanidad que tiene todas las herramientas para progresar y se encarga perfecta e indefectiblemente de arruinarlas, o lo que es peor, usarlas para mal. La pereza mental de chequear si algo es real queda a solo un minuto de distancia: Googlear e investigar. Pero ni asi. La enfermedad viral se expande logrando lo imposible: que "compartir" sea una palabra dañina. Y muchos justos siguen pagando por los pecadores, en vano.
El fascismo no murió, se transformó en algo mucho mas astuto. El microfascismo se esconde en la tele, en la radio, en la ropa, en los diarios, en tu bandera, en tu cama, en tu facebook, en tu espejo. Tu discurso de la libertad está plagado de fascismo, el peor de los ismos. Me encandilan las luces azules, me aturden las sirenas de las patrullas, pero nadie se inmuta. Cuando el ruido es mucho y permanente lo terminamos naturalizando.
Somos una distopía perfecta. Y ahora no se si vivo en 2018 o en 1984.