domingo, septiembre 28, 2014

Yo nací un día que dios estaba enojado...Cuando dos personas se aman, se gustan, se atraen, se besan, se genera una primavera interior y derredor ...Si tienes curiosidad en la musica descubres que cada vez hay mas camino por recorrer...Algo está mal, todos bailan al mismo compás...Quiten sus rosarios de nuestros ovarios...La historia es un profeta con la mirada hacia atrás: por lo que fue, y contra lo que fue, anuncia lo que será...Me gusta la gente capaz de entender que el mayor error del ser humano es intentar sacarse de la cabeza aquello que no sale del corazón...A veces me siento desdichada, nada más que de no saber qué es lo que estoy echando de menos...Que cosa mas rara es el hombre hacer no puede, vivir no sabe y morir no quiere...Atroz the universe...Puede ser que aun no comprendas el planeta en el que vivo...

La parte más absurda de temerle al que dirán es que todavía no han dicho nada...Aquellos que eran vistos bailando eran considerados locos por quienes no podían escuchar la música...Intenta ser la persona que tu perro piensa que eres...Con el punk rock en las venas...Debe haber algún lugar donde el mas fuerte no te quiera esclavizar...Y me gritaban imbécil, y el resto de la frase la perdí en el hormigón...Blanca tiene por lo menos algo de común conmigo: también es una triste con vocación de alegre...Seems that folks turn into things that they never want , the only thing to live for is today...Las cosas van mal, a mi me da igual, estoy acostumbrado a fracasar. Prefiero esperar sentado en el bar, hay demasiada mierda que tragar...La vida es un desliz que tengo junto a ti, preparate...


Todo fue siempre demasiado obligatorio como para que pudiera sentirme feliz...Pobres, lo que se dice pobres, son los que viven dramas pasionales con las máquinas...Abrazame y veras que el mundo es de los dos...La mente crea abismos y el corazon los salta...Puede ser que viva en Marte, puede ser que desafino. Lo normal no me divierte, no conozco otro camino...Quomodo (Shadow to light)...Perdona que me aparte, esta noche es para mi no se la dejo a nadie que no quiera vivir a oscuras...Y empecé a liberarme de todo lo que no era saludable: situaciones, personas, gustos y cosas. Lo llamaron egoísmo, yo lo llamé amor propio...Algo esta mal, encuentro el glamour en el lado oscuro...El trabajo es la droga que echó a perder la vida de tu padre...Nos queriamos con o sin piedad...La culpa es fácil, la verdad es difícil...Seguimos perdiendo...




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martes, septiembre 16, 2014




Londres es una puta. Bella, sucia y embustera.

Londres tiene piel blanca, mejillas sonrojadas y un acento que suena hermoso, pues no se podía esperar menos de la ciudad que parió a la música. Pregonera del encanto, enamora con cada uno de sus rincones: un homenaje a la perfección, un deleite para los ojos. Sus parques de ensueño, sus monumentos adornándola, su ir y venir al revés del mundo, plasmado en sus calles inversas. Calles que desorientan, tal como lo hace el amor de las putas. Llovizna lágrimas, pero de a ratitos: lo importante siempre es mostrarse perfecta y esconder las miserias, entonces el sol alumbra otra vez. Emana rectitud en el mas amplio de los sentidos: la rigidez de sus guardias reales, lo cuadrado de las casas, lo metálico de sus horarios, lo estricto de su disciplina. El lugar perfecto para la génesis de alguna revolución que desparrame todo. El sitio perfecto para que naciera algo como el punk.

Es que bajo esa fachada de ciudad fascinante corre sangre. Mucha sangre. Sangre real. Edificios enteros dedicados a exhibir las joyas de la reina. Cucharas de oro con piedras preciosas incrustadas resplandecen, mientras veo reflejada en ellas la pobreza y el saqueo. Mientras ellos almuerzan con metales preciosos, otros ni siquiera almuerzan. Mi recorrido sigue por los pasillos y el oro no cesa. No permiten sacar fotos a las vitrinas. Será por la vergüenza. Habitaciones enteras decoradas con pinturas carísimas, utensilios de oro, coronas exuberantes propias y ajenas, apropiadas de otras tierras y mostradas, sin pudor alguno, como robadas. Lo admiten, la sinceridad ante todo. Leones, sables, castillos, tronos y demas simbolismos de grandeza se encuentran por doquier. Me siento tan paradójico observando a la vulgaridad disfrazada de majestuosidad.

Como el beso venenoso. Como el diamante con amnesia. Como esos amores que duelen, asi es Londres. Limpia por fuera. Mugrienta por dentro.




viernes, septiembre 05, 2014



Yo también tuve mi propio Titanic.

Los días y noches de arduo esfuerzo y espera valieron la pena. Que realizado me sentí cuando el último clavo se enterró en su armazón. Durante los días previos a zarpar al océano no hubo atardecer en el que no me sentara en el muelle a mirarlo terminado. Era increíble, majestuoso, impresionante. Aun me invadía la incredulidad al caer en la cuenta de lo que había logrado con mis propias manos. Un amor que desafiaba a la eternidad.

Finalmente llegó la hora soñada. El champagne estalló contra la proa dándole la bienvenida a los mejores días de mi vida. Cuanto mar por recorrer, tantas olas por conquistar. Me sentía capaz de cazar el horizonte. Mi pequeña obra de arte y yo salimos a enamorarnos del mundo.

En altamar conocí aguas de todos los colores, olas de toda forma y altura, monstruos marinos de lo más variados. Las pequeñas y grandes tormentas solo fueron obstáculos para probar su fortaleza, que por cierto era titanica. Juro que jamás vi brillar el sol tanto como esas mañanas.

Pero nunca vi venir el hielo.

Esa madrugada choqué contra el frío más impávido y asesino que el mar podría ofrecer. Como si todos los inviernos de mi vida se incrustaran juntos en el hierro de la nave, y en mi corazón. Ese barco que tanto me había costado y que parecía indestructible, comenzaba a ahogarse. En un segundo todo se fue a la mierda. El agua entraba por todos lados y la desesperación no me dejaba pensar. Las estrellas cada vez quedaban más arriba y me encontraba en la nada más absoluta. .

No podía creer lo que me estaba sucediendo.Traté de tranquilizarme como pude.  Acaricié mi gorra de capitán, la observé un buen rato y me senté al lado del ya inservible timón. La catástrofe se consumaba y yo, como todo capitán con honor, moriría con mi barco. La espera no duró mucho, el agua helada comenzó a besarme los pies y subío lentamente hasta mi cuello. Suspiré, tomé aire y cerré los ojos.

Todas las mañanas despierto y doy una vuelta por el camarote. No se si estoy vivo o muerto. Habito en la más recóndita de las profundidades, donde casi no llega la luz. Me toco el pecho y no siento nada. Quizás sí morí aquella noche infernal después de todo. Pero la duda regresa a molestarme cuando, en los días de sol más recalcitrante, algún rayo rebelde logra penetrar y llegar al fondo del mundo en el que vivo, permitiéndome volver a contemplar aunque sea por unas horas a mi Titanic, que aun descansa en el fondo del mar, ahogado, pero intacto, enorme y hermoso.