martes, septiembre 25, 2012



Mi cuerpo es su reino. Para los calendarios, relojes y demás estadistas del tiempo, esa noche finalizó cuando empezó la mañana de aquel día, pero debo confesar que para mi jamas amaneció. Vive conmigo, convivo con ella: tengo una noche encerrada en mi piel. Y le encanta recordarme que es parte de mi, en mis sueños, durante las tormentas, en la envidia venenosa de las otras miles de lunas que no pudieron conquistarme como ella lo hizo aquella vez, cuando me sentí felizmente invadido.

Que el sol me ilumine cada día es tan solo un triste ardid del cielo azul, celoso de no poder ocupar ese trono en mi corazón para escaparle al olvido, porque, a decir verdad, desde ese instante mis días son de noche, y todo sabe a nocturnidad, mis epopeyas, mis tragedias y mis cotidianeidades. Fue una sobredosis de estrellas que, hasta hoy, hace que me sienta tan oscuro como feliz.

Las madrugadas siempre parieron sueños. Aquel momento se convirtió en eterno y el tiempo, otra vez, se volvió relativo y contradictorio: queriamos que esa noche nunca terminara, y asi fue.




1 visiones:

reptilio dijo...

las noches sin ti
...son mas frias


men, otro mes que se nos fue quien sabe como, chale!

cuidate mucho carnalito