lunes, enero 30, 2012

Frente al mar lo conoció, frente al mar lo descubrió. Amor de lejos, amor de verano, amor en kilómetros. Unos pocos besos con sabor a Enero bastaron para que él se le impregne en el corazón. Que los dos hayan coincidido en espacio y tiempo, entre tanta gente, en un mundo tan enfermo, y que además se hayan enamorado, fue para ella un regalo del cielo, la razón de sus mañanas, una hazaña del destino.

Él se fue, y ella quedó por siempre atrapada en esos abrazos, en ese verano. Verano que le duró 10 años y contando, una década de sol en el corazón, y de muchas lluvias también.

Y aguarda con paciencia eterna. Y él no vuelve. Sentada en la arena lo busca en cada ola que viene y no lo trae; en cada sendero de huellas marcadas, en las nuevas, en las ya borradas. Y él no está. Conoció el Atlántico, el Pacífico y el Índico, pero tampoco lo encontró. Ningún océano jamás podrá ser tan hermoso si ellos dos no están contemplándolo de la mano en su orilla.

Y reniega, de los besos que no puede recordar por haber estado ebria, de que los días solo tengan veinticuatro horas, de que veinticuatro horas pueden ser eternas, de que tiene miedo de olvidar su rostro, de que medio mar ya es de tristezas suyas. Y así sigue, (des)esperando...

1 visiones:

reptilio dijo...

ahhhhhh otro verano fatal!

amigo, gracias por la buena onda siempre

suerte