sábado, mayo 14, 2011






La primera vez que anduve en bici me costó horrores. Me cai, sangré, me golpeé, pero me levanté y volví a intentarlo. Con el tiempo y la experiencia, ya no me caigo.


La primera vez que fui a la escuela, me sentía inseguro, atrapado en un mundo nuevo, lleno de incertidumbre, e invadido por los miedos. Con los días y las noches, se convirtió en mi segundo hogar, en un mundo totalmente explorado y apacible.


La primera vez que sufrí un dolor en mi vida, me sentí impotente, agotado, con una guerra en mi pecho, insoportable, oscuro e infernal. Con los años, cuando estoy inmerso en lo profundo del dolor me siento igual de impotente, agotado, con la misma guerra interminable en el pecho, insoportable, oscuro e infernal, que en aquel primer dolor...
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Ceci Fernandez dijo...

Hay cosas que están a flor de piel... siempre.
A veces el dolor está bueno.
Hay que saber manejarlo.

Beso :)