viernes, mayo 20, 2011



Como brilla la ciudad! Las dulces melodías de los jingles envuelven los corazones de los ciudadanos. Alegres, rimbombantes, llenas de esperanza, la gente baila la danza del futuro, despidiendo a la injusticia y a la pobreza, al delito y al hambre, recibiendo al trabajo, a la salud y a la felicidad.

Sus afiches pegados en cada rincón de la localidad transmiten seguridad y confianza. Sus sonrisas perfectas contagian a la gente, todos cantan, todos bailan, todos ríen. La ciudad está de fiesta, los malos tiempos están por terminar.

Los candidatos escuchan atentos y pacientemente a cada uno de los ciudadanos, caminan por las villas de emergencia, embarran sus zapatos caros, se ensucian con los mocos de los niños. Todos saben que los problemas pronto pasarán a ser una especie en peligro de extinción con grandes personas como estas

La efusividad en sus discursos no puede ser fingida. Esos hombres saben lo que quieren, y como conseguirlo. Exclaman que van a dejar su vida por el pueblo, transpiran, emanan convicción e ideales, y la gente sacude sus banderas, sus globos y sus corazones. Las calles hoy tienen un color especial, nuevos aires se respiran, algo va a pasar, y parece demasiado bueno. La utopía finalmente está por llegar.

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Es lunes y las urnas fueron guardadas. La ciudad se ve algo distinta a ayer, el aullido de los embotellamientos y las quejas histriónicas de la gente reemplazaron a la música victoriosa de semanas anteriores. Las sonrisas de los salvadores caen despedazadas desde las paredes y no hay photoshop que pueda repararlas. Suciedad, ruido, y abandono, la ciudad parece enferma. La gente, desesperada busca hechos, pero solo encuentra promesas escondidas bajo la alfombra.

No hay mesías, solamente embaucadores; ya no se sueñan utopías, se sufren distopías; ya no flotan ideales en el aire, solamente ideas, y no de las que tienen un objetivo comunitario precisamente. Y ellos ya no escuchan a todos, es más, no escuchan a nadie, pareciera como si de repente se volvieran sordos, ciegos, eso si, mudos nunca, las mentiras siempre tienen voz. Salir de sus despachos? Jamás, eso de caminar la ciudad queda para otros momentos.
La gente se ve cansada y desalentada, pero a no preocuparse, que la tristeza solamente dura cuatro años, y de nuevo la fiesta...

2 visiones:

Anónimo dijo...

Hay que desconfiar de quien anhela con tanto esmero hacer un bien al projimo. Casi siempre tienen un objetivo mucho mas egoista.

reptilio dijo...

chale!

yo ya no creo en ningun politico como dirian los TTM

buen dia!